El Real Madrid se suicidó en la Copa del Rey ante el Mallorca con las balas de fogueo de sus suplentes. Los blancos se despidieron del primer título de la temporada después de perdonar la vida en innumerables ocasiones a un rival que se encerró en el Bernabéu y logró evitar el desalojo gracias a su guardameta Moya. Schuster reservó a varios titulares de cara al derbi y los suplentes dieron un paso al frente por primera vez en toda la temporada. El asedio blanco fue total desde el pitido inicial y las oportunidades de gol salpicaron el duelo con una frecuencia desmesurada.
En el 3, Saviola empezó a comprobar que Moyà estaba dispuesto a arrebatarle la gloria con una gran parada en el primer mano a mano. En el córner posterior a la jugada, Borja Valero emuló a su compañero y sacó bajo palos, con los brazos pegados al pecho, un remate de Higuaín que pretendía agrietar por primera vez el muro de Manzano. El argentino, que en la ida logró un golazo, recuperó su fama de fallón con otra ocasión desperdiciada en el 6. El chaparrón madridista siguió en el 11, con una volea de Saviola a la que respondió Moyà al estilo Casillas, y en el 20, con un remate forzado de Guti que se marchó al exterior de la red tras una buena combinación con Higuaín y Saviola.
Los blancos recuperaron el buen juego pero perdieron su caracterísitca pegada cuando más la necesitaban. En otras circunstancias, el resultado al descanso hubiese sido de escándalo. Saviola, que se volvió a topar con Moyà en el 26, e Higuaín, que falló otro mano a mano al borde del intermedio, refrendaron que la pelota no estaba a dispuesta a entrar en toda la noche. Van Nistelrooy saltó al campo al inicio de la segunda parte como antídoto para la mala puntería por un Saviola que se fue lesionado y sin crédito en su cuenta de presunto goleador. El holandés sólo dispuso de una ocasión y tampoco la pudo materializar tras un pase de Salgado por la derecha.
Ibagaza apagó el interruptor
Guti dominaba el juego, Drenthe hacía méritos, Gago mejoraba su imagen y ni la defensa ni Dudek pasaban apuro alguno. Mientras todo esto ocurría, el reloj avanzaba y el gol que necesitaba el Madrid no llegaba. La eliminatoria estuvo en el aire hasta que, en el 83, Ibagaza aprovechó el único despiste de Cannavaro para controlar un balón que llovía del cielo y superar a Dudek con una vaselina de maestro. Los madridistas, que en ocasiones sólo necesitan media ocasión para hacer un gol, estaban siendo envenenados con su propia medicina en el primer acercamiento de peligro del Mallorca.
Ibagaza, un ex atlético en la semana del derbi, le tiró la Copa encima al Madrid, que se vio sin fuerzas en los últimos instantes para inventarse una remontada que limpiase la última mancha en su competición maldita. La estadística se encargará de reflejar el decimoquinto fracaso consecutivo en Copa y nadie recordará si jugó bien o mereció ganar.