Empezó bien la noche en el Bernabéu. Parecía que el Madrid iba a resolver el partido por la vía rápida, pero todo se desvaneció a los pocos minutos. Galleti empataba el partido y recordaba a los madridistas el famoso ‘maracanazo’ de la final de Copa. Jugando en casa y ante el equipo griego el Madrid debía arrasar, pero la imagen del equipo blanco era todo lo contrario. El club de Concha Espina dominaba la posesión, pero no era capaz de mostrar el juego que enseñó en las primeras jornadas del campeonato liguero.
Llegó el descanso y la parroquia blanca esperaba una reacción por parte de los suyos. Los aficionados soñaban con una segunda parte que les hiciera rememorar a las grandes noches europeas, pero a las primeras de cambio el Olympiakos acabó con los sueños madridistas.
Después del gol de Julio Cesar, los griegos apretaron intentando acabar el partido, pero ahí apareció Robinho. El díscolo brasileño se olvidó de las fiestas vividas en Brasil y empezó a jugar como si estuviera en la caraninha. No realizó un juego espectacular, pero hizo lo que se espera de un jugador por el que se ha pagado una millonada. Se echó el equipo a la espalda y contagió a sus compañeros, logrando dos goles que ponían al Madrid por delante en el marcador. Había participado en el primer gol, pero le supo a poco y quiso despejar todas las dudas que se habían generado en torno a su polémica vuelta de Brasil.
Parecía que Robinho se iba a situar como el héroe del partido, pero siempre queda espacio para Casillas. Día tras día leo a José Vicente Hernaez en Marca y discrepo con sus opiniones acerca del canterano madridista. Este reputado periodista critica siempre al guardameta esgrimiendo sus fallos como argumento. Cierto es que Casillas suele cometer un error por partido (aunque no lo parezca, es humano), pero normalmente no tiene consecuencias. Sin embargo, suele ser fundamental en sus intervenciones. Y si no, que se lo digan a los jugadores del Olympiakos. Dos intervenciones cruciales que hubieran supuesto como mínimo el empate.
Todas las semanas podemos destacar a un jugador diferente. Unos días es Guti el que sobresale, otros días es Raúl, Van Nistelrooy o Sergio Ramos, pero Casillas está en otro escalafón. Siempre está en primera línea y casi siempre su nombre está entre los más destacados del partido. No es algo bueno que el portero tenga tanto protagonismo. Significa que el equipo no funciona como debería, pero ante una situación así, es mejor tener un salvador a perder un partido. Es y será una referencia una referencia en este equipo. Cuando Raúl deje el Madrid habrá dos nombres que destaquen por encima de los demás. Uno es el de Ramos, un jugador que lleva poco tiempo pero que es capaz de darlo todo, pero por encima de todos estará Casillas. Un chico que llegó de la cantera y que se ha convertido en uno de los mejores porteros del mundo.
Así lo reconoce el Bernabéu y así se lo demostró en la noche de ayer. El coliseo blanco acabó rendido a sus pies. Incluso con el cuarto gol de Balboa, el Bernabéu seguía coreando y elogiando al mejor. Chapeau.